Vítores


Qué viva lo impredecible

La mueca asombrosa de ojos

Que vulnera los cerrojos

Y sorprende lo imposible.

Esa intención infalible

Aquel sentimiento ileso

Que se vuelve como un rezo

Dormido en el labio abierto

Atento al murmullo incierto

Y a las señales del beso.


Qué viva la guerra activa

La unión y la resistencia

El fin de toda creencia

Que nutre la expectativa.

La acción y su ola expansiva

Y la quietud constructora

Qué viva lo que demora

El fuego en hacer el guiso

La caída dura al piso

La vocación voladora.


Qué vivan los hombres tiernos

Y las mujeres salvajes

Los colores de los trajes

Y los bosques sempiternos

Que en otros podamos vernos

Nuestra pequeña grandeza

Que el consuelo en la belleza

Nos haga niñas y niños

Qué viva todo aquel guiño

A una verdad sin promesa.


Qué viva la muerte leve

De la mano con la vida

Vivan los viajes de ida

Que a un nuevo comienzo lleven

El abrirse cuando llueve

Y fogones compartidos

Que el sueño llegue vertido

como se cuentan los mitos

Que eternidad e infinito

Sean siempre confundidos


Qué viva el amor, qué viva

Qué vivan todos los cantos

Porque en el mundo hay espanto

No porque alguien lo escriba

Algunos miran arriba

Otros en la ciencia cierta

La música se despierta

excitada por el verso

¡Qué viva aquel universo

Que cabe en la mano abierta!



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